sábado, 19 de mayo de 2012

Prólogo.

Han pasado tantos años desde aquella época... y todavía conservo la carta.
Tengo en mis manos aquel escrito que cambió de repente mi vida, mi fija e inflexible forma de pensar. Leo y releo aún en estos tiempos aquella epístola que hizo que yo empezara a vagar por el mundo, sin más compañía que la álgida soledad, con una nueva visión de él y todo lo que lo rodea. Mantengo cálido aquel simple papel que llegó a mis manos hace tantos años y que me dio un motivo por el que reflexionar, un rumbo que seguir, una persona por la que llorar.
Guardo recelosa sobre mi pecho, junto al presente que obtuve en aquel entonces, el correo que encontré una mañana de invierno en mi habitación, nada más despertar de lo que parecía un bonito sueño...

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