Han pasado
tantos años desde aquella época... y todavía conservo la carta.
Tengo en mis
manos aquel escrito que cambió de repente mi vida, mi fija e inflexible forma
de pensar. Leo y releo aún en estos tiempos aquella epístola que hizo que yo
empezara a vagar por el mundo, sin más compañía que la álgida soledad, con una
nueva visión de él y todo lo que lo rodea. Mantengo cálido aquel simple papel
que llegó a mis manos hace tantos años y que me dio un motivo por el que reflexionar,
un rumbo que seguir, una persona por la que llorar.
Guardo
recelosa sobre mi pecho, junto al presente que obtuve en aquel entonces, el
correo que encontré una mañana de invierno en mi habitación, nada más despertar
de lo que parecía un bonito sueño...
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